Gavin Duggan
Lunes 31 de Octubre, 2011
Una vez el Hogar de los señores de una gran civilización, el recinto estaba lleno ahora de ecos y piedra gris. Como el plano afuera, el edificio estaba carente de fuentes significativas de maná, habiendo sido despojado hace mucho de cualquier resonancia elemental y emocional. Tales mundos desolados, repartidos a través del Multiverso, usualmente no son de interés para Caminaplanos dado que no proveen ninguna de los recursos requeridos para interesantes experiencias o interacciones. Inclusive la simple acción de salir del plano requiere una cautelosa conservación de maná.
Ocasionalmente, sin embargo, aún la más desolada locación ha servido para un propósito útil… el de territorio neutral.
En el centro del recinto, tres figuras esperan alrededor de una mesa de piedra. Cada uno de ellos un amo de lo arcano, sus auras centellean visiblemente contra la luz grisácea del mundo muerto. Después de unos cuantos minutos, el ultimo sitio vacío fue llenado cuando un fiero elementalista (sin un sentido de propiedad—o de tiempo, para el caso) se materializó violentamente cubierto de humo escarlata.
"Llegas tarde," gruñó un ronco rhox en armadura de cadenas dorada. "Empecemos."
En momentos, las cordialidades sociales fueron olvidadas mientras cada uno de los Caminaplanos se enfocó en la mesa. Sobre la superficie de piedra, brillantes representaciones de planos lejanos aparecieron en detalle microcósmico: territorios para ser reclamados en la batalla por venir.
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